18 de diciembre de 2014

“¡Cuánto ha cambiado el periodismo!”

 

Imaginen ustedes una cabecera de prestigio nacional que ofrece una página de publicidad ‘oculta’ a una entidad cualquiera. Es decir, una página de información periodística pero con contraprestación económica. En otro tiempo hubiera tenido un cintillo de encabezamiento subrayando que la información alojada en ese espacio es información publicitaria. Hoy no. Esa información –una entrevista, por ejemplo- es elaborada por la entidad en cuestión o su responsable de comunicación. El medio lo recibe y lo reproduce sin cambiar una coma, compra incluso el titular. Son sus páginas de información. Pero ha encontrado un ingreso adicional.

 

Imaginen ustedes una cabecera de prestigio inmersa en un proceso de ERE con despidos de una parte importante de sus profesionales. Imaginen un domingo cualquiera en la que dicho medio abre la sección de internacional con una entrevista a una líder política internacional. La entrevista no la realiza un redactor acreditado, experto en información internacional, no la realiza el jefe de la sección de Internacional, no la realiza el director del periódico; la realiza el presidente del Consejo de Administración de la empresa editora del medio (con un salario cercano a los 13 millones de euros). El ERE en ese medio se ha llevado por delante a más de cien profesionales. Claro, será que entre libranzas, bajas y despidos, el presidente en cuestión se ve en la necesidad de hacer la entrevista.

 

Imaginen ustedes una emisora de radio de gran prestigio a la que una entidad cualquiera remite una convocatoria para una jornada dirigida a los medios de comunicación, tanto redactores como gráficos, para dar cuenta de novedades informativas que la entidad considera de interés para dichos medios. Antes los medios calibraban la idoneidad o no de enviar a un profesional a cubrir aquel acontecimiento. La emisora envía a ese acto sólo a una responsable comercial con grabadora y micrófono en una mano, y la oferta económica-comercial en la otra.

 

Imaginen ustedes un canal de televisión –no voy a decir de gran prestigio porque no es el caso- a la que una entidad cualquiera remite una convocatoria para una jornada dirigida a los medios de comunicación, tanto redactores como gráficos, para dar cuenta de novedades informativas que la entidad considera de interés para dichos medios. Antes los medios calibraban la idoneidad o no de enviar a un profesional a cubrir aquel acontecimiento. Ahora el canal de televisión responde (literal, errores incluidos): “Tras recibir vuestra convocatoria para mañana decirte que estaríamos encantados de asistir a la presentación de vuestra instalaciones. Los Servicios Informativos cubrirían el acto y realizarían una ámplia noticia sobre las nuevas instalaciones. La emisión sería totalmente gratuíta pero hay un pequeño coste de producción que detallo en el adjunto. Para cualquier sugerencia o aclaración no dudes en llamarme”.

 

 

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